Descripción
Hay una foto de Gabriela Saccone en la playa, mirando a lo lejos. A la pregunta de si está contemplando el infinito, ella contesta que sólo busca a alguien a quien pedirle fuego. Valga esta anécdota, que puede leerse como una poética, para presentar a esta poeta de voz conmovedora, contenida, que sabe caminar por el filo de la emoción sin perder pie. Una imagen imprevista, un giro socarrón o un repentino cambio de foco salvan a estos poemas de cualquier exceso sentimental. Una poesía, en suma, que sorprende al lector y le invita a elaborar su propia interpretación sin imposiciones.
El mar es un coro crujiente, la poeta es una oruga pegada al tronco de una palmera y un jilguero sale por el caño de la ducha. Imágenes que alternan lo onírico y lo cotidiano esquivando el tono seráfico y el prosaísmo; que van de lo íntimo a lo social sin ensimismamiento ni proclamas maniqueas. Más atenta a su prójimo concreto que al mundo como abstracción, los poemas de Gabriela Saccone nos interpelan sobre la precariedad de los seres y las cosas.