Descripción
En sintonía con la advertencia de Emily Dickinson, el poeta se acerca a la rosa para auscultar su corazón; no sólo místico, sino también material. El cuerpo que se marchita como el lenguaje, la casa de la infancia, las espinas que coexisten con los pétalos; en definitiva, el daño que deriva de toda experiencia humana. Imposible respirar cerca de la rosa sin estragarla, sin sucumbir a la tentación de desnudarla, despojándola de sus pétalos para descubrir qué subsiste de ella más allá de la forma.
La rosa como símbolo poético, vital, espiritual y místico es también el símbolo del lenguaje y la experiencia total humana, en todos sus planos y dimensiones.
Laura Giordani