Reseña sobre “Tránsito” de Jesús Zomeño, de Eduardo Boix en el suplemento de Arte y Letras del diario Información

Muy acertada reseña de Eduardo Boix sobre la novela TRÁNSITO de Jesús Zomeño, en el suplemento Arte y Letras del diario Información de Alicante (16-07-2023) y que reproducimos:

UN VIAJE INTERIOR  

Jesús Zomeño regresa a la novela con TRÁNSITO, una historia sobre la condición humana  

En muchas ocasiones, en artículos y en opiniones, he afirmado eso de que existen dos tipos de escritores: los de interior y los de exterior. Los primeros son los que bucean en las emociones, su literatura es un viaje a las entrañas, como buscar un corazón en las tinieblas, que diría Conrad. Los segundos, más aventureros, por así decirlo, narran las vivencias que les llegan del exterior. A veces tendemos a encasillar a los autores. A los primeros les presuponemos una mayor carga intelectual, son autores de dentro hacia fuera; los segundos, sin ser una literatura menor, solemos catalogarlos como algo ligero, como si no tuviéramos ejemplos de calidad en este tipo de obras. El ser humano es así. 

Tránsito, de Jesús Zomeño, publicado por la editorial valenciana  Contrabando, es la última incursión del autor valenciano en el campo de la novela. Pero no es una novela canónica, es una suerte de experimentación donde las frases laceran, a ritmo de imágenes que generan impacto y zozobra. Jesús es un experto en crear atmósferas donde lo psicológico tiene un gran peso. Sabe trasladar al lector ese desasosiego que pueden sufrir los personajes en estados límite, ya lo vimos en sus celebrados relatos de la Primera Guerra Mundial, y ahora, con un viaje en tren como telón de fondo, lo vuelve a hacer, nos envuelve en esa poética del fracaso. Lo dice Ana Curra, teclista, vocalista y compositora española perteneciente a Pegamoides y Parálisis Permanente: «ha vomitado frases cortas, sentencias desconcertantes y descreídas, nihilistas, feroces, sin piedad». 

Zomeño es un maestro en mostramos la condición humana, cómo el hombre, en unas circunstancias determinadas, puede acabar siendo el peor enemigo de sí mismo. La sinopsis del libro así nos lo indica: 

“Tren nocturno de Sofía a Bucarest. Un pasajero, sin nombre y sin rostro, hace el trayecto entre las estaciones de Bojchinovel y Vidin. El vagón, ocupado por una fauna variopinta de viajeros, deviene en el escenario en el que se desenvuelven las divagacones, los juegos Imaginativos y las especulaciones de nuestro protagonista. Su mirada, inquisitiva y a veces mordaz, rastrea cada gesto, cada movimiento, cada cambio de sus circunstanciales compañeros de viaje, a la vez que su mente se sumerge en su propio pasado desvelando minúsculas claves de su vida. Estamos ante la mirada lúcida de una mente atormentada». Es este viaje, este «tránsito», el que sirve al autor para llevarnos a un descenso a los infiernos, ese que todos llevamos dentro. Porque ese infierno de las escrituras no es más que un viaje a las entrañas de cada uno, eso que vemos y no nos acaba de gustar. 

Tránsito ha sido una grata sorpresa en el panorama literario. Cada vez que saca una nueva obra nos sorprende a todos. Nunca sabemos por dónde nos va a salir. Es un autor que ha sabido construirse un mundo a medida, pero, dentro de ese mundo, hay tantos mundos como su cabeza crea. Si hay algo que pueda definir la literatura de Jesús Zomeño es la forma en la que nos transmite sus obsesiones. Nunca están lejos de las de cualquiera. La soledad, o cómo el ser humano se enfrenta a ella, sobrevuela en toda su obra. Pero es que, además, Zomeño no deja de ser poeta. Toda su literatura es una evocación, un buscarle un sentido a la vida, porque de ahí salen esos mundos que nos reflejan la condición humana. Tránsito es otra vuelta de tuerca que comenzó con sus cuentos de Lengua azul. Porque lo que nos muestra Jesús es su obsesión por el alma humana, esa llena de contradicciones y de subterfugios.