Reseña de “Cuaderno de campo”, de F. Ferrer Lerín, por Antonio Viñuales Sánchez en Revista Turia
UN AUTORRETRATO CASUAL
Reseña de CUADERNO DE CAMPO, de Francisco Ferrer Lerín, por Antonio Viñuales Sánchez.
Revista Turia. Nº 137-138. Marzo 2021.
Un autorretrato casual
Pocos autores han llevado tan lejos la esencia de la Modernidad como Ferrer Lerín. La cultura moderna, la de masas, se caracteriza por fusionar oralidad y escritura, esto es, la baja y la alta cultura. Su objetivo es servir de lugar de encuentro o diálogo masivo para la humanidad, de modo que utiliza productos culturales como puentes entre tales extremos. La decisión de apostar por uno de los polos hundiría a un autor en la ligereza de lo populachero, o en la pesantez culturalista. No es el caso de este autor, pues tanto en el campo literario como en el artístico, ha concebido sus obras como diálogos en todos sus aspectos significativos. En lo literario, esta idea le ha permitido forjar buena parte de sus obras con un nutrido grupo de colaboradores. En su vertiente artística, viene atesorando junto a otros numerosísimos seguidores el corpus del más relevante e innovador arte de masas de este siglo, al que ha bautizado como Arte Casual.
Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos por crear productos verdaderamente modernos y de incalculable valor, a este autor le afecta el síndrome del culturalismo. Veo la razón en que la atención recibida, a pesar de provenir de estudiosos con perfil joven y universitario, ha sido ciega sistemáticamente a la naturaleza mixta de la cultura moderna. Su valoración se ha labrado, por desgracia, mediante la hipertrofia de la faz elitista o cultural libresca de su obra, y el olvido de su dimensión oral, tradicional y popular. Las sociedades modernas rechazan una cultura basada en la edificación de fronteras porque, como digo, entienden el arte como un puente cultural. La consecuencia desastrosa de una desacertada adscripción elitista es la desatención, y la nueva obra de Ferrer Lerín que paso a reseñar, Cuaderno de campo, es una excelente oportunidad para corregir este error de apreciación.
Cuaderno incorpora una valiosa lección: los productos culturales modernos exigen una lectura y, además, una reflexión. Esta última debe tener como objetivo su completitud mediante la creación de una comunidad imaginada de entretenimiento y pensamiento, característica de las sociedades abiertas. Esta reflexión no puede ser elitista, y es que los productos de la cultura de masas moderna la están incorporando de forma masiva y popular mediante vídeos otros productos de fusión de oralidad y escritura en canales como Youtube. La música urbana, el cine y las series son ejemplos paradigmáticos de este tipo de interpretaciones. La literatura, frente a ellos, es algo reacia a verse así completada. Se cree que un resumen puede ofrecer su sentido, pero pronto se verá arrastrada por la moda masiva de las críticas y valoraciones populares si no quiere ser aplastada por la irrelevancia. Cuaderno de campo precisa una reflexión que, más allá de una lectura reseñista atenta solo a los temas o a la apariencia del objeto libro, nos dé su dimensión completa, esto es, su doble naturaleza ya señalada.
Comenzaré, empero, por mostrar algo que el lector verá después con sus propios ojos. Cuaderno es un libro de diseño cuidadísimo, a cargo de Ediciones Contrabando. Se ha replicado, con sumo acierto, la apariencia de un cuaderno de anotaciones ornitológicas como los que el autor usó en su pasado científico. En cuanto al contenido, no poco novedoso, se trata de una recopilación de respuestas estelares exentas de sus preguntas, a resultas de las diversas entrevistas a las que el autor se ha sometido desde 2005. Estas se organizan por temas, vienen trufadas de excelentes retratos, y el todo se acompaña de un excurso final de W. Ventura. Se trata, en fin, de un autorretrato involuntario, que parodiaría el modelo de marras: «el autor contado por sí mismo». La risa es seña de identidad de la casa, gracias a la cual podemos adscribir este Cuaderno al género del retrato irónico, o, por decirlo con palabras del dialecto ferrerlerinesco, se trata de «un autorretrato casual» en toda regla el primero del Arte Casual literario.
Presentaré dos núcleos más de su dimensión oral. El primero es el diálogo como forma compositiva. Los diálogos son las nuevas reseñas periodísticas: las entrevistas. Esto es resultado de la necesidad cultural de productos mixtos. La entrevista refuerza la posición del autor sobre su propia obra porque el periodismo ha abdicado de formular juicios artísticos. Se cree que los autores son los mejores posicionados para valorar sus obras. Ferrer Lerín, no obstante, añade un plus a sus entrevistas, muy poco por cierto convencionales. Y es que hace obra con cada conversación. Conversar con él es asistir a la creación de una obra como un producto de fusión: escribe cuando habla, y viceversa. Sospecho que esa sensación ha debido de animar a los editores de este Cuaderno de campo, que es una obra gobernada por una ley de la necesidad de doble vertiente: el autor siente la necesidad de hacer obra con cuanto emite, y sus editores sienten la necesidad de rescatar tal obra, amenazada por un contexto de producción efímero, oral.
El segundo núcleo que quiero destacar es común al quehacer literario ferrerlerinesco: la autoría popular. Pocos se han mostrado tan proclives a hacer de su literatura un producto popular, a saber, una escritura en coautoría. Su generosidad ha trascendido la ética y se ha convertido en un hecho artístico. Lectores cualificados han expurgado, ordenado, antologado y coparticipado en la creación de la obra con el propio autor, como en este Cuaderno de campo, testigo de que sigue concibiendo el arte como un espacio de fusión de ética y estética, y de imaginación contra el mito de la identidad.
Visto lo visto, resulta del todo llamativo que un autor a la altura como pocos de la etapa cultural que le ha tocado vivir, esté pasando tan desapercibido entre sus contemporáneos. Este Cuaderno de campo es una ocasión inmejorable para conocer de primerísima mano a uno de los imprescindibles de nuestro tiempo. Su magnífica edición hará las delicias de nuestros ojos y de nuestras mentes.