Descripción
Tras la exitosa publicación de “El último gin-tonic” (Contrabando, 2018), que supuso el regreso de Rafael Soler a la narrativa tras casi 25 años de silencio editorial, el autor vuelve a escena con una nueva novela que tiene el mismo espíritu libertario, la misma ironía descarnada y la endiablada bonhomía que son una enseña de su nueva etapa literaria.
En “Necesito una isla grande”, Rafael Soler ya no pone el foco en la implosión del núcleo familiar contemporáneo (aunque no abandona del todo el tema que vertebraba “El último gin-tonic”), sino que traslada la acción al plató de una Residencia de Ancianos, donde una galería de personajes dañados pero con la dignidad intacta protagonizan una insólita y tragicómica fuga “hacia el mar”, huyendo de la tiranía doméstica y la perpetua iniquidad de la gobernanta, buscando la última bocanada de oxígeno que les proporcione una sensación de libertad antes de la inevitable visita de la muerte.
Una estructura narrativa muy ágil, diálogos chispeantes y una innegable factura “cinematográfica” permiten al lector seguir casi como si estuviera dentro de la novela las peripecias de estos personajes a quienes un golpe de fortuna, pero con un tinte negro, los empuja a la carretera para hacerles revivir, aunque solo sea por unos días, sus sueños olvidados y sus esperanzas imposibles, sus deseos y sus pasiones, sus recuerdos más decisivos, y los conflictos y desafíos que condujeron sus vidas a un callejón sin salida. Vivir, vivir en libertad, respirar esa vivencia hasta el último aliento: ese es su impulso y su guía.
“Necesitamos una isla grande” es un relato que discurre por la delgada línea que separa la vida de la muerte, pero lo hace con mimo y galantería, arrancando más sonrisas que lágrimas, poniendo el acento en que “la vida es un asunto personal”.
“En esta historia de tipos de piel dura y corazón tierno, imprevisibles, sentimentales y maravillosos -dice LUIS LANDERO-, brilla como nunca el vigoroso arte narrativo de Rafael Soler, uno de los escritores más libres y soberanos que hay en nuestra lengua”.